Y yo sin poder dormir


Cojo una cerveza, me clavo en el sofá, ni siquiera la abro, cierro los ojos. Cojo los Roland, cierro los ojos. Y suena Dylan, y aplausos en el tiempo perdido, 1974. Cierro los ojos y pienso en dos amigos, en la noche y en un camino. Un camino al norte, o el camino norte. Las mejores cosas de la vida. Y en un verano perdido, el más delicioso de los veranos, y el más preciso de los tiempos. Y más allá está el cielo naranja, con una línea azul en el horizonte, como si fuera a darse la vuelta al envoltorio y amanecer de pronto. Naranja de anochecer, salpicado con algunas nubes claras. Y los aplausos pasan a ser voz ronca. Y gritos. Y escalofríos. Y cierro los ojos.


Y siento a alguien andando en el piso de arriba. Siento sus pasos en el pecho -porque oírlos no los oigo-. Retumban y mi cuerpo pasa a ser todo líquido, se siente el aire y los pasos se clavan como alfileres en el cerebro.

Dolor.

Y levanto la aguja, y la bajo, y Gold a 33 rpm, la verdad cósmica, unas manos en el punto preciso en el momento preciso, en los pasos del vecino, en una cena de domingo un martes. Y el silencio al otro lado de la ventana. Y me aplasto más en el sofá, como si allí pudiera escapar a la muerte sin dolor y comprender toda la dignidad humana, y las leyes de los que no saben lo que es no poder parpadear sin dificultad. Y la moral de los que no saben lo que es no poder decir que te quieres morir. La dignidad que te queda cuando dejas de ser humano. Y Nobody Girl, y un hilo fino que me lleva del salón oscuro a una cama con la luna presa en una farola -Cruje-, y a una botella de vodka en la mesilla de noche, a una carretera con vestido blanco y girasoles. Éste tipo tiene una voz de cristal en donde se reflejan hasta estas cosas. Y sin ser nadie, de pronto siento toda mi debilidad humana, y a la vez la fuerza, tiempo deslizándose bajo mis pies. Y giran, y cambio, y Led Zeppelin, y todo es humo, y el vecino se pasea, y coge algo de la nevera, y empiezo a imaginar. Y allí está él, solo y desnudo, desnudo frente al espejo como Marina, y en la mano una cuchara. Y nadie le abraza la desnudez por la espalda.

Pelos. Calva. Miedo.

En la otra mano tiene un yogur desnatado.


Y la luna, trémula, pasa de largo.

Adiós.


Y de pronto empiezo a soñar. Y en los sueños podemos hablar como querríamos ser si fuéramos siberianos. Y llevar corbatas azules y tener vasos de whisky en los cajones de la oficina, como Rimbaud. Y podemos gritar sin voz, y saltar al vacío, y salir corriendo. Pero luego creo estar despierto. Sticky Fingers… y Muddy Waters, y los sobres de los discos sobre la mesa. Uno encima de otro, una época pisando la anterior. Jimmy Jazz lo hace él mismo, y yo enredo el cable de mis Roland en el dedo. Los ojos cerrados. Y de pronto sueño de nuevo, y luego no. Y el vecino desaparece, y mi chica, la más dulce de las piernas, la más preciosa de las sonrisas, está al otro lado del cristal.


Ahí está ella, y la miro.

No puedo dejar de hacerlo.

Me encanta. Ella lo sabe.


El reloj parpadea sobre la televisión. Rojo.

Es tarde.

Mañana será pronto.


Cambio de disco. Them. Y abro más la ventana, o la abre el viento, no recuerdo. Entra el aire, y las nubes se salpican del blanco de la luna, y mi jefa se suicida, embarazada, en su mansión del extrarradio. Y yo pienso una sonrisa, pero me quedo serio. Y la mesa de mi oficina se presenta ante mí. Y la toco. Y tiro todo al suelo. Y cierro la puerta. Y parece que vuelvo a soñar. Aunque Sonny Boy Williamson huela a melaza, aunque tenga las venas llenas de burbujas, aunque esté enamorado, y esté soñando, y mi jefa se cuele por el desagüe, aunque la luna no deje de girar, y las nubes vayan rápidas por el cielo. Aunque sea 50 de mayo, aunque ya no suene nada y en mis oídos no haya nada más que el arañazo de la aguja sobre el plástico.


Son las 3 de la mañana, y yo sin poder dormir. Doy mil vueltas en mi cama, solo pienso en ti.


07:35 a.m.

Un día más.



"Suddenly the night has grown colder.
The god of love preparing to depart.
Alexandra hoisted on his shoulder,
They slip between the sentries of the heart..."


1 comentarios:

Infidel dijo...

Ha habido un momento en que no lo he podido evitar y más que leerlo lo recitaba mentalmente.
Despacito. Me gusta... se paladea.

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